martes, 1 de marzo de 2011

il Bucanero

Ahí nomás, donde empieza San Martín, justo frente a la plazoleta que lleva el nombre del Libertador. Fue justo ahí, donde un par de vecinos decidieron convertirse en socios. Fernando y José alquilaron el local que supo albergar al más grande conglomerado de peluqueros masculinos que conoció Ramos Mejía.
Si hasta le dejaron el mismo nombre. Tanto la decoración del interior como la marquesina eran perfectas para el lugar que se abriría.
Ese lugar ya no podía llamarse de otra manera, y con ese nombre brilló durante más de tres años en la noche ramense: “il bucanero pool” fue un boom en los ochenta.
La amistad de mi familia con la familia de Fernando, sumado a la vecindad que me unía con José, me dio un plus respecto de muchos habitués, bah, a esta altura, quizá ese plus me lo tome yo, lo cierto es que Fernando y José, junto a Diógenes y El Chino hicieron de il Bucanero “el lugar” de Ramos Mejía.
Fue justo en esa época en que Gaona ya no era la misma, su declinación venía sucediendo a pasos agigantados. Las primeras maquinas de video, esas que eran una mesa con un monitor enfocado hacia arriba y cubiertas con una tapa de vidrio, estuvieron en su salón. El Pac Man, Donky Kong, el Gálaga y Mario Broos comenzaron a ser personajes conocidos. El viejo flipper empezaba a quedar de lado.
Diógenes, un impresionante personaje de esos años, comandaba la música y la barra. En esa época, sonaba fuertemente Miguel Abuelo y Zás con Miguel Mateos a la cabeza. En il Bucanero, la noche arrancaba cuando desde los parlantes sonaba la voz de Miguel entonando aquello de “la otra noche te esperé bajo la lluvia mil horas, como un perro”.
Fue tanto el furor del Bucanero en aquellos primeros años de la década del ochenta que para jugar al pool en alguna de sus 6 u 8 mesas, no recuerdo bien, se entregaban turnos, sí, se daban números como cuando uno va a la farmacia y espera que lo llamen. Solía suceder entonces, que por una mesa había que esperar hasta unas dos horas. Los campeonatos de Bola 8 fueron increíbles, casí tanto como las mujeres que paraban todos los sábados en sus mesas. Verdaderas diosas concurrían al Bucanero.
Como les relataba más arriba, la suerte quiso que Fernando, en ese momento casi como un segundo papá, fuera uno de los dueños. Esa circunstancia me permitió, desde tomar fiado hasta por alguna fortuita ausencia, cubrir un lugar en el despacho de tragos en la barra. Valga comentar entonces, la ventaja con la que corrían mis amigos, los de mi barra, Juancito, Andy y el Gordo Dani. Como habrá sido aquello, que uno de ellos recordó en un comentario de otra columna, su paso por el Bucanero.
Visto a la distancia es imposible no reconocer que pibes éramos para el ambiente habitual del Bucanero. Recuerdo especialmente que había una rubia, menudita y especialmente bonita, que nos llevaría unos 5 o 6 años, que nos volvía locos. Era verla llegar y enloquecer. Cuanto la deseamos en aquellos años mozos.
Volviendo al tema de su esplendor, cerca de 1983, supo suceder un acontecimiento dignísimo de destacar en este recuerdo: un sábado, con el boliche a full, abarrotado de gente, desde los que jugaban al pool hasta los que bailaban junto a las mesas, se corto la luz.
Con el boliche a oscuras, los clientes que tenían vehículos reacomodaron los mismos en sentido transversal a la calle, abandonando el clásico estacionamiento paralelo al cordón. Par ser claros, se corto el tránsito de San Martín. Una vez reacomodados, todos prendieron sus luces para iluminar el interior del boliche y seguir disfrutando de la noche. Esa fue una de las mejores noches que se vivió en il bucanero.
En lo personal y como muestra de testimonio de gratitud hacia Fernando, José y Diógenes, quiero manifestar que il bucanero me sirvió para “hacerme más grande”. Fuiste en esos años muy importante. Después de tanta oscuridad, en aquellos primeros años democráticos, resultaste una excelente cueva para empezar, algunos a caminar y para otros para volver a andar. Por ello, vaya desde aquí el recuerdo para il bucanero pool, “él lugar” de Ramos en los ’80.