martes, 25 de octubre de 2011

El "Topo" y sus videos

La Argentina aún seguía gobernada por el régimen y para ese momento no se vislumbraba una salida. El oscurantismo brillaba, oximoron mediante. Muchos disfrutaban de los últimos estertores del “deme dos argentino” que nos hiciera famosos en Miami.

De esos viajes, llegaron al país las primeras Sony Betamax, unas cajas enormes reproductoras de películas, anteriores al VHS, que tomaban los videos por carga horizontal. Claro, en el apuro y la ambición por comprar, no repararon en que las mismas no eran compatibles con la norma argentina. Así que poco a poco, se las fueron metiendo en el or..

Pero antes de eso y de que se popularizara el VHS, hubo alguien que le encontró la vuelta (debe haber habido más) en el oeste. Así fue que surgió el video club “Los pioneros” que se instaló en uno de los locales de la Galería Ramos Mejía (dónde?).



“Alguno recordará que existió la calle Alsina desde el cero al cien antes de la actual. Es que la Plazoleta San Martín se la comió, pero por suerte hay testimonios fotográficos (ante la desmemoria) que así lo acreditan”

En coincidencia con “los Pioneros”, surge el personaje del presente recuerdo.

De movida me cayo antipático. Es más, parecía más grande que el resto, de hecho lo era, aunque no el único, Melena era otro, por ejemplo.

Toda esa primera impresión duro nada.

El “Topo” resultó un amigazo. Es tan bueno como la leche de la teta.

Me tocó en suerte, vivir junto a él algunas circunstancias particulares. Pero eso lo dejaré para el final, prefiero ir de lo general a lo particular.

La introducción permite ligar al personaje con el cine. La auto titulada “Banda” (Larry, Hulk, Carro, Corcho, White, Topo y Condo) solía aprovechar cualquier circunstancia para reunirse. Así entonces hubo una primera vez, bajo el pretexto de vaya a saber que trabajo práctico escolar, quien ofreció el lugar fue el Topo. Su propio hogar –el de sus padres- sirvió de anfitrión.

La cosa iba más o menos bien, hasta que algunos empezaron a cansarse del estudio y fue ahí, cuando el Topo, propuso ver unos videos.

Vaya sorpresa para todos, cuando la pantalla de la Tv, video casetera mediante, nos exhibió una película porno.

Claro, el Topo era el hermano menor de uno de los dueños de “Los Pioneros”, Rubén.

Jamás debe haber imaginado el Topo que ese ofrecimiento casual para distendernos, se convertiría en uno de los “íconos” de nuestra “pajera” adolescencia.

“Apenas si alguno había visto en Super 8 una vieja porno protagonizada por la rubia Seka”

Hay un antes y un después de esa primera proyección, en las reuniones de la “banda” sobre trabajos prácticos del secundario.

A partir de allí, cada vez que surgía la necesidad de un laburo grupal, los miembros de la “banda” esgrimían sus dedos en V, cual símbolo peronista, pero con otra y única connotación: la V de video, que empezó a ser sinónimo de “reunirnos para hacer un trabajo práctico”

Fueron noches enteras sin dormir preparando trabajos o clases que demandaban apenas unas horas, para dedicar el resto de la noche al placebo pajeril.

El Topo, ya curtido de películas, se retiraba a dormir, mientras el resto velaba pornográficas.

Al alba, nos íbamos directamente al Delpini; se imaginará caro lector, de la calentura madre con la que los tipos llegaban a la escuela!

El cuadro o imagen, de haber sido captada por una cámara hubiera resultado fellinesca.

1980. ¡Menos mal que nunca asociaron nuestros dedos esgrimidos con la V, con una identificación política!

El Topo era además un jugador de fútbol distinto. Gallina, a pesar de su gran talla, tenía un manejo del fútbol casi “riquelmeano”. Se imponía en el área, pero su fuerte era la habilitación para otro compañero.

En mi oscuro paso por la selección de fútbol del Enet, alguna vez, el Topo me habilitó como nadie lo había hecho; antes me dijo: andaaá...correeé... y me puso un tiro de larga distancia milimétrico sobre el pecho.

Cuando en quinto año tuvimos la posibilidad de hacer un viaje a Bariloche (no como egresados) coincidimos el Topo y yo, los únicos de la banda.

Esa estadía da por si sola para otro relato, lo que aquí quiero destacar fue el comportamiento del Topo conmigo.

Debo confesar que yo no había llevado mucha guita, bah! no tenía un mango.

Omar durante esos días me cuido y se preocupo por mí como si fuera un hermano mayor. Ejemplo:

“pendex, tenés fasos?”
 “No”
 “Toma, anda a comprar un par de paquetes”



De ese par, uno era para mí. Parece una nimiedad, pero cuando uno no tiene (no por los fasos), esos gestos, a la distancia, conmueven.  Durante ese viaje, nuestro himno fue “Quiero ver, quiero ser, quiero entrar” de Porsuigieco. Ahí el Topo me introdujo en el mundo Nitomestreano post Sui Generis.




Cuando hace muy poco, sin planearlo, coincidimos en un intimista acústico de Nito en Mr. Jones, la letra de “Hoy tiré viejas hojas”, humedeció nuestros ojos cuando cruzamos las miradas a través de las mesas que nos separaban.

Estoy seguro, que en ese instante, recorrimos juntos una época fantástica de nuestra vida, aún estando alejados.

Topo, gracias por meterme a “los desconocidos de siempre” bien adentro de mi corazón, porque, por ello, “hoy NO tire viejas hojas que hablan de pasado”


Parados de izq. a derecha: El Topo y Hulk, en andas: Condor y White

sábado, 8 de octubre de 2011

Cuando en Excalibur vencieron a Galindez

 Lo que no pudo Mike Rossman, sucedió una noche setentosa en Excalibur, un viejo boliche del oeste bonaerense.

Cuenta la leyenda que una de esas noche, el grupo Trigémino, una banda rockera oriunda de Ramos Mejía, fue a tocar a Excalibur.

Fue entonces que debieron trasladarse hasta el lugar los equipos de sonido que recital tras recital Trigémino utilizaba. Quiso el destino, que “el Turco” Omar fuera plomo de esa banda en sus jóvenes años.

En un momento, el “Turco”, trasladando una columna de sonido, esas tipo rectangulares que llevan cinco parlantes en línea, que son huecas, pero incomodas para transportar, hiciera su entrada al boliche, ya en penumbras, con las luces de colores a full.

Todo iba bien hasta el escalón, el maldito escalón que se cruzó en el camino. Ese fue el culpable del trastabilleo del Turco, quien casi perdiendo el equilibrio impacto la punta de la columna de sonido contra la espalda de un muchacho que plácidamente estaba acodado en la barra y, como era su costumbre, se encontraba rodeado de señoritas.

Grande fue el estupor del Turco cuando la infausta víctima se repuso y lo encaro.

Creyose muerto al ver la figura que se incorporaba ante él. Tamaño XL, pero de tan buen corazón, que cuando se percato del accidente, solo tuvo para el Turco una sonrisa complaciente.

El Turco, repuesto, continuó su trabajo de plomo por esa noche. El, fue Campeón del Mundo, pero esa noche fue vencido por la música.

Un recuerdo para uno de los tipos más valientes que tuve la suerte de ver arriba de un ring.


Hasta siempre Víctor!!!